domingo, 26 de marzo de 2017

Nuestros alumnos opinan sobre los episodios de violencia en los encuentros deportivos.

El pasado Día del padre volvimos a registrar otro acto de violencia en un campo de fútbol, esta vez en Mallorca. Se trató de dos padres que se enzarzaron en una disputa por la dura entrada que uno de los chicos le hizo a otro en el campo. Este lamentable acto se suma a larga lista de casos registrados en este deporte, y es que la agresividad de algunos niños que lo practican y de sus seguidores está llegando más allá de los parámetros de esta práctica deportiva.

Evidentemente en muchos otros deportes también se genera violencia, pero el grado de violencia al que se ha llegado en el fútbol es superior. Realmente es una pena que en un deporte tan apasionante como es el fútbol los jugadores y los aficionados no den la talla en algunas ocasiones y se comporten de una manera indebida. De hecho, en lo que llevamos de 2017 se han registrado más de veinte altercados  violentos solo en España. Todo ello nos debe conducir a una profunda reflexión sobre lo que está ocurriendo dentro y fuera del campo de fútbol: ¿dónde quedó el respeto y la educación?, ¿dónde quedaron los valores que inculca la práctica deportiva como el sacrificio, la competitividad, la responsabilidad, el juego limpio y el respeto al contrario?. Sí, ¿dónde quedaron?.

Así pues, considero que deberíamos de atajar el problema desde la raíz, imponiendo medidas verdaderamente duras para el control de estos actos violentos. No basta con la condena pública de estos hechos y  con las multas o sanciones a los clubes y a los culpables. Hay que atajar el problema desde abajo, en la infancia, con una verdadera educación en valores por parte de los clubes en los que estén implicados las federaciones deportivas, los entrenadores, los padres y los propios jugadores. Solo así, conseguiremos en un futuro que todos podamos disfrutar sin violencia de los encuentros deportivos.


Beatriz Borrego Merino, 2º de Bachillerato B


Hace una semana  durante un partido de fútbol en Mallorca en el que se enfrentaron dos equipos infantiles, tuvo lugar una de las situaciones más vergonzosas y patéticas que se pueden dar en un encuentro deportivo: la batalla campal protagonizada por los padres de ambos equipos. Y todo por una jugada polémica que fue reclamada por unos padres encolerizados, que saltaron al campo y se comportaron violentamente para manifestar así su contrariedad con la decisión arbitral. Lamentablemente este tipo de actos violentos no es la primera vez que se producen, sobre todo a nivel profesional. Ejemplo de ello lo encontramos en el enfrentamiento entre miembros del Frente Atlético, del Riazor Blues, del Alkor Hooligans y de los Bukaneros, los cuales quedaron por Whatsapp horas antes del partido para simple y llanamente enzarzarse en una brutal batalla. El resultado fue varios ultras detenidos y la muerte de un miembro de Riazor Blues apodado “Jimmy”.

A nivel personal  y debido a mi experiencia como jugador de baloncesto, he sido testigo de actos violentos entre los jugadores de los distintos equipos, entre los jugadores y los entrenadores, y he presenciado insultos desde las gradas por las decisiones arbitrales. 

Por todo lo expuesto, deberían plantearnos qué valores estamos transmitiendo a los niños y a los jóvenes cuando practican deporte. Desde luego, con este tipo de comportamientos por parte de los propios padres, pegándose por una “jugada polémica”, el mal ejemplo está garantizado, y es probable que estos niños actúen igual cuando sean mayores. En todos los encuentros deportivos siempre nos encontraremos con alguna jugada polémica o con una decisión arbitral cuestionable, pero ello nunca debe conducir ni a la violencia verbal ni a la violencia física. Al final todo debe solucionarse con un buen apretón de manos.


Alan Gustavo Guzmán Solís, 2º de Bachillerato B.

Hace unos días, unos padres se enfrentaron violentamente en un partido de fútbol de categoría infantil en el cual jugaban sus hijos. Se llegó a tal nivel de violencia que el partido acabó siendo suspendido. Desgraciadamente, este tipo de actos lo podemos seguir viendo en más de un encuentro deportivo, aunque esta violencia se deja notar muchísimo más en el ámbito del fútbol, donde cada vez está más presente.

¿Cómo deberían tomarse estos niños tales hechos? Se supone que la educación debe ser recibida por parte de los padres, pero en este caso, ellos mismos son los causantes de este problema.

Los niños son buenos por naturaleza, el problema se encuentra en la sociedad  que los rodea, y en este caso las personas que más influyen en su vida y en su educación son sus propios padres, los cuales deben inculcarles desde pequeños que la violencia está mal en cualquier caso y que la competitividad es un factor secundario. Lo realmente importante es disfrutar y darlo todo limpiamente en el campo. Y es que los niños no pueden crecer pensando que si pierden son unos perdedores y que por ello tienen que luchar a toda costa  para ganar, aunque esto implique usar la violencia y el juego sucio.

La solución a esta violencia estaría en cortarla de raíz, es decir, con medidas contundentes, expulsando al equipo  implicado de la competición y multando o condenando –en este caso- a los implicados. Por todo ello, la sociedad no debe consentir que el deporte y los buenos valores que transmite, queden empañados continuamente por este tipo de acciones violentas que tanto daño provocan.

Coral Romero Tejero, 2º de Bachillerato B    


El pasado 19 de marzo tuvo lugar una batalla campal entre padres durante el transcurso de un partido  de fútbol infantil, y como consecuencia de este lamentable y vergonzoso hecho el partido fue suspendido.

Por desgracia, estos episodios de violencia en los encuentros deportivos infantiles y juveniles (sobre todo de fútbol) son frecuentes. Por este motivo no es de extrañar que cuando se llega a la liga profesional nos volvamos a encontrar con estos acontecimientos, dado que los comportamientos y las actitudes que no se erradican en las edades más tempranas terminan acentuándose años después. De ahí que en algunas ocasiones los enfrentamientos entre las hinchadas de distintos equipos hayan llegado a situaciones de violencia extrema y de muerte.

El que genera la situación violenta siempre busca un culpable (el rival, el mal arbitraje), del mismo modo que aquel que provoca un conflicto por una cuestión ideológica, de género o de religión culpa al que no es como él, al que considera inferior o simplemente diferente. Ni el fútbol ni ningún deporte son culpables de las malas pasiones que generan, sino los malos aficionados, las personas que se escudan en el deporte para hacer el mal. 

Ante estos hechos tan graves y por desgracia continuos, solo cabe imponer soluciones que atajen o palíen estos incidentes como la imposición de multas a los que dentro de un estadio insulten o hieran a los contrarios, sanciones a los clubes que permitan hinchadas violentas o la prohibición de meter en el campo objetos que puedan ser utilizados como arma. En definitiva todo esto ayudaría a la disminución de la violencia en las gradas y en los campos. A pesar de todo, es de vital importancia crear campañas y anuncios que ayuden a eliminar el problema desde dentro, mentalizando a la gente sobre las consecuencias de un mal comportamiento en los encuentros deportivos por parte de los aficionados y espectadores.

Ángela Ganfornina, 2º de Bachillerato A

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