martes, 17 de marzo de 2015

Un paseo por la historia de las matemáticas: La aventura de la ecuación cúbica. Parte I

Niccoló Fontana
La historia comienza en la noche del 12 de febrero de 1535. Niccoló Tartaglia, sentado en el escritorio de su casa en Venecia lee y relee. Sobre la mesa hay unos papeles escritos con una caligrafía que no es la suya, contienen numerados treinta problemas de matemáticas. Lleva así cuarenta y ocho días encerrado, leyendo y releyendo la lista de problemas planteados por su rival, Antonio María del Fiore. Y la inspiración no llega. Ha analizado uno a uno cada uno de los enunciados, y nada. Aunque el enunciado de cada problema es distinto, todos resultan parecidos. Analizándolos, todos ellos se reducen al capítulo del cubo y la cosa igual a un número. Pero ¿cómo se resolverá? El plazo marcado por los contendientes se está agotando. Dentro de ocho días Tartaglia deberá consignar ante el notario las soluciones y, hasta ahora, no ha resuelto ninguno de los problemas. Finalmente llega la inspiración; encuentra una fórmula. La emoción casi le impide proseguir. Al tratar de verificiar si es válida, se tropieza en los cálculos. En varias ocasiones llega a pensar que se ha equivocado, que el problema no puede resolverse así.


Está casi a punto de desistir, de rendirse a la evidencia de que los problemas del cubo y la cosa igual a un número no tienen solución. Pero, a la vez, siente un impulso que le obliga a continuar. Esta lista de treinta problemas debe tener solución. Antonio María del Fiore, debe conocer algún secreto, algún método resolutivo para todos estos problemas que le ha propuesto. Y si éste método existe, si lo tiene del Fiore, él, Niccoló Tartaglia, lo redescubrirá, lo encontrará y resolverá con él los treinta problemas: vencerá la disputa.

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