martes, 13 de mayo de 2014

Un paseo por la historia de las matemáticas: El Renacimiento, la nueva perspectiva intelectual

"Me parece que si alguien quiere avanzar en matemáticas debe estudiar a los maestros y no a los discípulos"
N.H. Abel

Hombre de Vitruvio, de Leonardo da Vinci

Al final de la Edad Media, la Iglesia se basaba en la autoridad, reverenciaba a Aristóteles, y calificaba la duda de criminal. También desaprobaba las satisfacciones materiales y propugnaba la salvación del alma para una vida futura. Estos principios contrastaban profundamente con los valores que los europeos habían aprendido de los griegos, aunque no se hubieran establecido explícitamente en los trabajos de Aristóteles: el estudio de la naturaleza, el disfrute del mundo físico, el perfeccionamiento de la mente y del cuerpo, la libertad de investigación y de expresión y la confianza en la razón humana. Molestos por la autoridad de la Iglesia, por las restricciones en la vida material y por la confianza en las Escrituras como la única fuente de todo conocimiento, los intelectuales se aferraron ansiosamente a los nuevos valores. En lugar de disputas sin fin y de discusiones sobre el significado de los pasajes bíblicos para la determinación de la verdad, los hombres volvieron la vista a la naturaleza misma. 


Casi como corolario del Renacimiento y de los valores griegos, sobrevino el renacimiento del interés por las matemáticas. Especialmente de los trabajos de Platón, que se conocieron en el siglo XV, los europeos aprendieron que la naturaleza está diseñada matemáticamente, y que este diseño es armonioso y estéticamente agradable. La naturaleza es racional, simple y ordenada, y actúa según leyes inmutables. Recordar, que las obras platónicas y pitagóricas realzaban el número como la esencia de la realidad, doctrina que ya había recibido alguna atención de los escolásticos de los siglos XIII y XIV. El Renacimiento del platonismo clarificó y cristalizó las ideas y métodos con los que estos hombres habían estado luchando. Copérnico, Kepler, Galileo, Descartes, Huygens y Newton eran, en este aspecto, pitagóricos y, mediante su trabajo, establecieron el principio de que el objetivo de la actividad científica debe ser la obtención de leyes matemáticas cuantitativas.

Las matemáticas atraían a los intelectuales del Renacimiento todavía por otra razón. El Renacimiento fue un período en el que la civilización y cultura medievales se iban desacreditando a medida que las nuevas influencias, información y movimientos revolucionarios recorrían Europa. Estos hombres buscaban bases nuevas y más firmes para edificar el conocimiento, y las matemáticas les ofrecían esos cimientos. Las matemáticas permanecieron como el único cuerpo de verdades aceptado en medio de sistemas filosóficos que se desmoronaban, de creencias teológicas discutidas y de valores éticos cambiantes. El conocimiento matemático era cierto, y ofrecía una base segura en un pantano; la búsqueda de la verdad fue reconducida hacia él.

El Nacimiento de Venus, obra de Botticelli, conservada en la Galleria degli Uffizi, Florencia

Galileo Galilei
Los matemáticos y los científicos recibieron alguna inspiración de los prejuicios teológicos de la Edad Media, que habían inculcado la visión de que todos los fenómenos de la naturaleza están no solo interconectados, sino que se producen de acuerdo a un plan global. ¿Cómo, pues, se reconciliaba la visión teológica del universo de Dios con la búsqueda de las leyes matemáticas de la naturaleza? La respuesta fue una nueva doctrina, según la cual Dios había diseñado el universo matemáticamente. En otras palabras, atribuyendo a Dios el carácter de matemático supremo, se hacía posible dotar de un sentido religioso a la búsqueda de las leyes matemáticas de la naturaleza.

René Descartes
Esta doctrina inspiró el trabajo de los matemáticos de los siglos XVI y XVII, e incluso de algunos del siglo XVIII. La investigación de las leyes matemáticas de la naturaleza era un acto de devoción; era el estudio de los caminos y naturaleza de Dios y de su plan del universo. El científico del Renacimiento era un teólogo, cuyo tema era la naturaleza en vez de la Biblia. Copérnico, Brahe, Galileo, Pascal, Descartes, Newton y Leibniz hablan repetidamente de la armonía que Dios imprimió al universo mediante su diseño matemático. Galileo dijo: «No se descubre menos admirablemente Dios a nosotros en las acciones de la naturaleza que en las sagradas afirmaciones de las Escrituras». A lo que Leibniz añadió: «Cum Deus calculat, fit mundus» (Como Dios calcula, así está hecho el mundo). Estos hombres buscaban relaciones matemáticas que revelarían la magnificencia y gloria del trabajo de Dios.

Bibliografía

1. Boyer, Carl B.:"Historia de la matemática". Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1999.

2. Klein, Carl B.:"El pensamiento matemático de la Antgüedad a nuestros días", vol I. Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1992.


Mª del Carmen Torres Alonso

Profesora Dpto. de Matemáticas

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