martes, 8 de mayo de 2012

Dónde quieres el piercing y te diré el riesgo que conlleva


Quizá en el ombligo o puede que en los labios. ¿Dónde queda mejor un 'piercing'? Más allá de la localización de este adorno corporal, aseguran los expertos, deberían considerarse cuáles son los riesgos que este procedimiento conlleva, incluso si son más graves en determinados sitios del cuerpo. Un estudio recién revela que en el 20% de los casos se producen complicaciones como infecciones y sangrados locales.
“Cualquier paciente se replantearía un procedimiento médico, sin embargo, entre la gente joven parece que el mensaje no impresiona, es decir, no ven o no quieren ver los riesgos. Lo deseable sería que los interesados se informasen más sobre las repercusiones.
Las complicaciones más habituales son: infecciones y sangrados locales,  y observan otras que, aunque más raras, entrañan mayor riesgo como: casos de hepatitis, endocarditis (infección del corazón) e infección en el cerebro. También se han registrado dermatitis de contacto, hemorragias, formación de queloides (mala cicatrización) y daños en los nervios.
Problemas que pueden aparecer o no dependiendo de los materiales que se usen, de la experiencia de quien los pone, de la higiene del procedimiento, de los cuidados posteriores y, sin duda, de las zonas del cuerpo. Los piercings que más complicaciones generan son "los de la lengua, los labios y los genitales".
Hoy en nuestro tiempo de ciencia Patricia Caro y Cristina Díaz nos cuentan estos riesgos


Según la revisión, los 'piercings' en la boca causan numerosas lesiones como: inflamación, dolor, dificultades para hablar y masticar, alteración del gusto, sangrado, aumento de la salivación, infección y reacciones alérgicas al material. Sobre todo en la lengua, existe un importante riesgo de hemorragia, ya que este órgano tiene muchos vasos sanguíneos
Con el tiempo, los adornos de la lengua y los labios también provocan otros daños como fisuras, abrasiones, pigmentaciones, úlceras, crecimiento exagerado del tejido cicatricial o pérdida de encia. A largo plazo, empieza a acumularse en el piercing placa y sarro, se acumulan bacterias y se inflaman los tejidos de alrededor, lo que supone una causa de halitosis (mal aliento). Además va a provocar retracción e incluso daño en el hueso que sujeta al diente. Esto hace que se pueda perder el diente. También los desgasta, los rompe... Los hace más sensibles.
El estudio demuestra que todo esto afecta al 35% de las personas con 'piercing' en la lengua o en los labios y a veces, el daño es irreversible
Los especialistas subrayan que la boca es un importante foco de infecciones donde residen millones de bacterias. Una perforación aumentaría este riesgo e incluso se propagaría a otras zonas del cuerpo (como en el cerebro). Cabe destacar, además, que el 'piercing' en la lengua dificulta la intubación endotraqueal en casos de traumatismo o intervenciones quirúrgicas.


En cuanto a los 'piercings' genitales, pueden causar obstrucción de la uretra e infecciones que derivan en infertilidad. Favorecen la transmisión de determinadas infecciones y enfermedades como hepatitis, sífilis, SIDA... Pueden producir heridas en la mucosa y esto es una puerta abierta a la contaminación.
Cuando los 'piercings' se encuentran en el pezón, existe el riesgo de  secreción espontánea de leche. En sitios como "en la oreja se pueden producir desgarros y necrosis del cartílago, algo que también ocurre a veces en la nariz y dependiendo de la importancia de la necrosis se generan deformidades que sólo pueden solucionarse con cirugía".
Si la zona escogida es el ombligo, puede tardar un año en curarse y es especialmente propensa a las infecciones ya que se trata de una zona poco aireada y húmeda, lo que facilita la acción de hongos y bacterias.
Teniendo en cuenta este mapa de complicaciones, los autores del estudio hacen un llamamiento a la prevención y la información. En primer lugar, los interesados deben escoger personas cualificadas para poner 'piercings', que tomen las medidas higienicas adecuadas y además deben encargarse de advertir previamente sobre los posibles riesgos generales y particulares de cada zona.
El problema es que esto no es habitual y solo cuando los pacientes ven los riesgos es cuando se lo quitan.
En cualquier caso, y dada la variedad de complicaciones que trascienden de los 'piercings' y dadas las altas probabilidades de efectos secundarios, aunque sean locales y mínimos, "habría que pensárselo dos veces".

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