jueves, 10 de mayo de 2012

Cuando los libros arden.


“Y sin querer cansarse más en leer libros de caballerías, mandó el ama que tomase todos los grandes y diese con ellos en el corral. No se dijo ni a tonta ni a sorda, sino a quien tenía más gana de quemarlos que de echar una tela, por grande y delgada que fuera; y asiendo así casi ocho de una vez, los arrojó por la ventana. Por tomar muchos juntos, se le cayó  uno a los pies del barbero, que le tomó gana de ver de quién era y vio que decía: “Historia del famoso caballero Tirante el Blanco” (“De Donoso  y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo”, Don Quijote de la Mancha, I, cap. VI)



Un 10 de mayo de 1933 los nazis llevaron a cabo una quema pública de libros en Alemania, pretendían con ello eliminar todo aquello que oliera a cultura judía y que atentara contra la ideología nazi. Desgraciadamente esta práctica ha sido llevada a cabo en distintas épocas de la historia y siempre ha estado vinculada al fanatismo ideológico o religioso, vinculado en muchas ocasiones a conflictos bélicos o golpes de estado. Se documentan a lo largo de la historia muchos casos de biblioclastia o destrucción de libros como las acontecidas en la Alejandría del año 292 d. C ordenada por el emperador Diocleciano; en la Florencia del siglo XV en donde el intransigente y fanático dominico Savonarola ordenó las quemas de libros, más conocidas como “hogueras de las vanidades” en donde ardieron por ejemplo las obras deGiovanni Boccaccio; en la España de los siglos XVI y XVII  por parte de la Santa Inquisición, que ordenó la destrucción de libros de procedencia judía y árabe o que eran considerados heréticos; o más recientemente, en 1973 en Chile tras el golpe de Estado de Pinochet.
La literatura no escapa tampoco de tan terrible acto, y así la biblioclastia nos la encontramos en el famoso capítulo del Quijote en donde el barbero y el cura deciden destruir los libros que han provocado la locura del hidalgo; en Farenheit 451 de Ray Bradbury en donde el cuerpo de bomberos tiene la misión de destruir los libros; o en la novela de Manuel Rivas, Los libros arden mal inspirada en este tipo de prácticas durante la Guerra Civil española.   



Y volviendo a la efeméride que nos ha servido de punto de partida, hay que añadir que la famosa quema fue llevada a cabo en la plaza berlinesa de Babelplatz por los camisas pardas y miembros de las Juventudes Hitlerianas instigados por el Ministro de Propaganda Joseph Goebbls. 40.000 libros ardieron ese día ante una multitud enardecida por la ideología nazi. Precisamente en este hecho y en otras quemas similares producidas en la Alemania nazi, se inspira el libro de nuestra BE La ladrona de libros de Markus Zusak, publicado por Debolsillo en 2009.  

Érase una vez un pueblo donde las noches eras largas y la muerte contaba su propia historia... Una novela preciosa, tremendamente humana y emocionante, que describe las peripecias de una niña alemana de nueve años desde que es dada en adopción por su madre hasta el final de la II Guerra Mundial. Su nueva familia, gente sencilla y nada afecta al nazismo, le enseña a leer y, a través de los libros, Rudy logra distraerse durante los bombardeos y combatir la tristeza. Pero es el libro que ella misma está escribiendo el que finalmente le salvará la vida.


Despedimos esta sección con esta cita del poeta alemán Heinrich Heine:

“Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres”

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