lunes, 5 de marzo de 2012

Requiem de Mozart



La Misa de Réquiem en re menor es una obra de Wolfgang Amadeus Mozart basada en los textos latinos para el acto litúrgico católico ofrecido en las defunciones y se trata de su decimonovena y última misa y su última obra. Mozart murió antes de terminarla, en 1791. Fue compuesta para orquesta sinfónica, coro y voces solistas (soprano, contralto, tenor y bajo). Los instrumentos responden al esquema típico de una orquesta sinfónica de finales del siglo XVIII, pero algo más reducida: 10 primeros violines, 8 segundos violines, 6 violas, 4 violoncellos, 2 contrabajos, 2 cornos di bassetto, 2 fagotes, 2 trompetas, 3 trombones, timbal y órgano. Se excluyen las flautas, los oboes, los clarinetes comunes y las trompas; en cambio, tienen en ella gran papel, además de la masa de los instrumentos de cuerda, los "corni di bassetto", especie de clarinetes más graves que los normales que agradaban mucho a Mozart.
Esta sobrecogedora obra convirtió a Mozart en un mito durante el Romanticismo. Según la leyenda, Mozart, obsesionado con la idea de la muerte, desde la de su padre, debilitado por la fatiga y la enfermedad, muy sensible a lo sobrenatural por su vinculación con la francmasonería e impresionado por el aspecto del enviado que le encargaba la composición del Réquiem, terminó por creer que éste era un mensajero de la muerte y que el réquiem que iba a componer sería para su propio funeral. Y en esta leyenda se basó Peter Shaeffer para su obra de teatro titulada Amadeus que posteriormente utilizó para el guión de la película del mismo nombre. Es admirable la larga escena final en la que Mozart va dictando parte por parte el Confutatis del Réquiem a Salieri. Esta parte nos muestra por separado las distintas secciones orquestales y corales que configuran el Confutatis y es un verdadero homenaje a la portentosa capacidad creativa de uno de los mejores músicos de la historia.
Pero parte del argumento de la película Amadeus es una pura fantasía. La transcripción del Réquiem fue debida a Süssmayer, un discípulo de Mozart, quién finalmente lo terminó después de su muerte. Además, el Réquiem fue encargo del conde Franz von Walsegg, nada de un encargo anónimo enviado por un Salieri corroído por la envidia para hacerle creer que se trataba de un mensajero de la muerte. Hay que aclarar además que la supuesta rivalidad entre Mozart y Salieri no tiene ningún fundamento histórico. Tanto la figura de Mozart como la de Salieri se hayan mayormente distorsionadas en la película. Antonio Salieri fue un gran admirador de Mozart y gozó de gran prestigio como compositor aunque se vio perjudicado por las nuevas corrientes románticas que provocaron que su música quedara olvidada. Es cierto que acabó sus días ciego, en un hospital con síntomas de Alzheimer y es probable que fuera consciente de que Mozart se habría configurado como músico romántico de haber vivido más años. Por otra parte, Mozart consideró a Salieri como uno de los más grandes compositores del momento.

La realidad es que el fúnebre desconocido, vestido de gris, se presentó en la casa de Mozart, le entregó una carta y desapareció. Era el encargo de una misa de réquiem con la promesa de una buena recompensa. El siniestro desconocido se volvió a presentar unos días después y le pagó un anticipo recomendándole que no descuidase la obra. Más tarde Mozart se enteró de trataba de un enviado del conde Franz von Walsegg, rico aficionado y viudo reciente que tenía la debilidad de encargar obras a grandes músicos y hacerlas pasar por suyas. Mozart se entregó por completo a la composición del Réquiem a pesar de su enfermedad y no pudo terminarla.
Como se ha dicho antes, la obra fue completada por su discípulo Süssmayer que en los últimos años de vida del maestro había vivido en estrecha intimidad artística con él. Parece cierto que de los doce fragmentos que componen el Réquiem, sólo el primero, el "Réquiem aeternan" seguido del "Kyrie eleison", salió absolutamente terminado de las manos de Mozart. Los ocho fragmentos siguientes parecen haber sido orquestados por Süssmayer según esbozos de Mozart basados en el diseño melódico y principales intervenciones instrumentales. Las tres partes últimas ("Sanctus", "Benedictus" y "Agnus Dei") parecen ser totalmente de Süssmayer, quien, sin embargo, se sirvió cuanto pudo de la música preexistente de su maestro.
El frecuente empleo del contrapunto y del estilo fugado sobre todo en el "Kyrie" es tributo al estilo que era casi obligado por aquel tiempo en la música sacra. La característica del estilo mozartiano de construir frases melódicas divididas en preguntas y respuestas con igual número de compases, halla en el empleo de los cuatro solistas y del coro posibilidades sencillísimas y al mismo tiempo de gran efecto: destaca la contraposición de "piano" y "forte" en el "Recordare", de "staccato" y "legato" al principio del "Lacrimosa", etc. Ello establece una tensión que es el secreto del lenguaje mozartiano. Así el contrapunto del "Rex tremendae", encuentra su complemento en los tres últimos compases, en que las voces se funden. En el "Tuba mirum" las voces de los solistas florecen una tras otra cada una enlazándose con la última nota de la precedente. Y los grandes conjuntos corales adquieren orden, simetría y significado cuando las voces de las sopranos se mantienen firmes en el agudo en el "Kyrie" y en el "Lacrimosa".
Aunque al parecer se tocaron extractos del Réquiem en una misa en memoria de Mozart celebrada el 10 de diciembre de 1791, el estreno de la obra completa se produjo en Viena el 2 de enero de 1793 en un concierto en beneficio de la viuda del músico austríaco (Constanze Weber). Fue interpretado de nuevo el 14 de diciembre de 1793, durante la misa que conmemoraba la muerte de la esposa del conde Walsegg y bajo la dirección del propio conde. Después de esta interpretación, el conde Walsseg realizó una reducción para quinteto de cuerda, pero la obra no volvió a interpretarse bajo su patrocinio.




Celia Bueno.

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