lunes, 20 de febrero de 2012

Algunas piezas del clasicismo instrumental.



Como se comentó la semana pasada, la forma sonata se convirtió durante el Clasicismo en el principal modelo de composición para la música instrumental. Pero a parte de este modelo formal de la sonata, en el desarrollo de la música instrumental de este período tendrá un papel fundamental el cambio social que provocó el paso de la música de corte a las salas de concierto públicas. Esto trajo consigo la necesidad de ampliar tanto la sonoridad de los instrumentos como la plantilla orquestal, que elimina el bajo continuo y aumenta el número de instrumentos de cuerda y de viento. Además se dará al elemento tímbrico un papel equiparable al del desarrollo temático y estructural puesto que las ideas musicales se presentarán con un color instrumental específico.
A mediados del siglo XVIII se tiende a anotar explícitamente todos los instrumentos de la orquesta, lo que se conoce como “estandarización de la orquesta” y se consolida definitivamente la orquesta sinfónica. El piano fue sustituyendo paulatinamente al clave, clavecín o clavicémbalo gracias a sus posibilidades de dinámica que permitían emular los efectos sinfónicos de la Escuela de Mannheim. A los instrumentos de viento se le añaden llaves, como el caso de la flauta travesera que sustituye a la flauta de pico. Además se introducen nuevos instrumentos en la orquesta: la trompa y el clarinete. Otra de las razones del aumento de la plantilla orquestal se debe a la sinfonía. Como se comentó la semana pasada, una sinfonía es una sonata para la orquesta estructurada en cuatro movimientos. Haydn compuso 108 sinfonías, la mayor parte escritas para el Príncipe Esterházy, y éstas le dieron mucha popularidad en toda Europa. Muchas han recibido posteriormente un sobrenombre, unas veces debido a una broma del compositor o a un efecto musical, otras, debido simplemente a la ciudad donde fueron compuestas. Estamos escuchando el segundo movimiento andante de la sinfonía nº 101 conocida como “El Reloj” debido al acompañamiento del tema principal que nos recuerda al “tic-tac” de un reloj.
Otro ejemplo, esta vez de broma musical, es la sinfonía compuesta para la obra titulada “Il Distratto” (El Distraído) que trata de un noble tan distraído que por ejemplo, por las mañanas viste a su sirviente en lugar de a sí mismo. Cada acto va seguido de un movimiento de la sinfonía, por lo que hay seis movimientos. La sinfonía acaba con el "prestíssimo" que hemos escuchado en el programa de hoy. Apenas ha empezado la música cuando los violinistas se dan cuenta de que todavía tienen que afinar sus violines y cuando de nuevo se escucha la música, “por error” se toca una melodía eslava.
La música sinfónica durante el Clasicismo tuvo otra forma muy importante, el concierto solístico, que se puede definir como una composición para orquesta y un instrumento solista, donde ambos tienen la misma importancia. Se diferencia de la sonata y la sinfonía de que normalmente tiene sólo tres movimientos, prescindiendo del minuetto o scherzo. Otra diferencia es que los temas del primer movimiento son expuestos por la orquesta y también por el solista, es decir, suelen tener cada uno dos exposiciones. Además, para el lucimiento del solista, suele haber una cadencia al final del primer movimiento. Como ejemplo, escucharemos el segundo movimiento adagio del concierto para violín en sol mayor de Mozart. Los violines comienzan la melodía tocando con sordina y posteriormente entran los violonchelos y contrabajos tocando en pizzicato (sin arco) y las flautas. Esto produce un efecto tímbrico muy bonito. Después aparece el solo de violín sin sordina y en una octava más agudo y la cadencia, que tiene menor importancia que la del primer movimiento, termina con un trino, después de lo cual retorna la orquesta y acaba el movimiento.
Por último, y dentro de la música de cámara, voy a referirme al Cuarteto de cuerda formado generalmente por dos violines, una viola y un violonchelo. Se trata de una verdadera creación clásica, ideal de textura equilibrada, frente a la polaridad melodía-bajo continuo. Haydn lleva a esta forma a su máximo esplendor y un ejemplo es el Cuarteto nº 3 op. 76. Haydn utilizó la melodía del himno nacional austriaco, que había compuesto pocos años antes, como tema del segundo movimiento. Su estructura consiste en la exposición del tema formado por veinte compases al que le siguen cuatro variaciones. Solo hemos escuchado el tema y la primera variación.



Hasta el próximo lunes con más música clásica (Celia Bueno).

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