lunes, 12 de diciembre de 2011

Origen e historia del villancico.





Cuando llega la Navidad resurge, como en cada año, un tipo de música que recibe el nombre de villancico; pero poco se sabe a cerca de su origen. El villancico en sus orígenes no tenía contenido religioso y como forma musical se difundió a partir del siglo XV durante en el Renacimiento español. Recordemos que en la Andalucía árabe existía una composición de estructura muy parecida al villancico, llamada zéjel, que alternaba estrofas cantadas por un solista con un estribillo interpretado por el coro. A lo largo de la historia el villancico ha pasado por muchas transformaciones hasta que a partir del siglo XIX su nombre se refiere exclusivamente a las canciones de Navidad.
En España hay indicios de que el villancico existía desde el siglo XIII. Su nombre derivaba de “villano”, nombre con el que se conocían a los aldeanos de esta época, de estructura sencilla, cuya temática reflejaba la vida de las villas, destinado a un solo cantante, acompañado por dos o tres instrumentos y que se cantaba en las fiestas. Pero como ya se ha dicho, la palabra villancico como forma musical apareció por primera vez en el siglo XV. Las fuentes documentales son los cancioneros como el de la Colombina o el de Palacio. Juan del Encina fue el autor más representativo de este género y un ejemplo es el villancico “Hoy comamos y bebamos” que escuchamos la semana pasada. Recordemos que consistía en una forma musical y poética sencilla que alternaba coplas con estribillo. Las coplas a su vez se dividían en mudanza y vuelta.
Hacia el siglo XVI y debido a que las autoridades eclesiásticas españolas empezaron a considerar la conveniencia de introducir en la liturgia composiciones en castellano, poco a poco se va desarrollando un villancico cuya temática era de tipo religioso. De esta forma, a principios del siglo XVII, el villancico religioso se empezó a utilizar en los responsorios de maitines de las principales fiestas litúrgicas como la Navidad, Asunción, santos locales, etc. Recordemos que los maestros de capilla de las catedrales tenían la obligación de componer entre otras cosas, villancicos para las principales fiestas del calendario litúrgico.
Durante el siglo XVII la interpretación de villancicos se hizo cada vez más frecuente a pesar de las prohibiciones de las instituciones más conservadoras ya que algunos temas se convertirían en pretexto para realizar parodias o burlas hacia determinados personajes. Durante este siglo el villancico tiene una gran complejidad, aumentándose el número de voces hasta ocho distribuidas en dos coros enfrentados en distintos lugares de la catedral y acompañados con instrumentos como el arpa, violón y órgano.
El siglo XVIII se caracteriza por la gran influencia que ejercía la música italiana en España. Esta influencia se concretaba en el estilo recitativo, las arias da capo, el aumento de la plantilla en las orquestas de las capillas catedralicias y una mayor exigencia a la hora de interpretar dichas composiciones con el consiguiente gasto que suponía todo ello. Poco a poco se irán introduciendo elementos teatrales en las iglesias para provocar en el pueblo emociones diversas muy diferentes a la contemplación divina que se pretendía con el viejo estilo polifónico. Estas influencias italianizantes provocaron que el villancico fuera definitivamente proscrito de la liturgia a finales del siglo XVIII, de tal manera que en el siglo XIX los villancicos desaparecieron de la liturgia y se sustituyeron por los tradicionales responsorios gregorianos. Así todo el patrimonio de villancicos quedó en el mejor de los casos almacenado en los archivos catedralicios, gran parte del cual aún está por publicar.
Hoy día con la palabra “villancico” hacemos referencia a la canción de Navidad generalmente de estructura melódica y armónica sencilla, a menudo interpretada por coro, de niños y no tan niños, acompañados por panderetas, zambomba y la clásica botella de anís, que trata de cualquier tema relacionado con la venida del hijo de Dios a este mundo (El niño, la Virgen María y San José, los Reyes Magos, los pastores, el pesebre, etc.). Es tal su éxito que los cantantes famosos se ven obligados a realizar versiones sea cual sea su estilo musical (pop, jazz, salsa, rumba, etc.). Su uso está muy ligado al fomento del consumo típico de estas fechas y prueba de ello es que la publicidad utiliza su música ya desde finales de noviembre con lo que se amplía el periodo navideño y así se consume aún más.
Un dato curioso es que el villancico más cantado es Noche de Paz, cuyo texto se compuso originalmente en alemán por un sacerdote austriaco. Se interpretó por primera vez en 1818 en la iglesia de San Nicolás en Austria con acompañamiento de guitarra ya que según parece, el órgano de la iglesia estaba averiado. Se presume que el villancico ha sido traducido a más de 300 idiomas y que es el más popular de todos los tiempos gracias a la facilidad de su interpretación, su brevedad y que puede ser cantado sin acompañamiento instrumental.
Dentro de la gran variedad de villancicos voy a hacer una especial referencia al villancico flamenco que se cultiva sobre todo en Jerez de la Frontera y concretamente en las denominadas “zambombas” desde el siglo XVIII en la víspera de Nochebuena. Estos villancicos tienen la letra de cualquier villancico popular pero le dan el toque de un estilo flamenco, ya sea por tangos, tanguillos o bulerías. Cada fiesta de zambomba de cada barrio jerezano, ya sea por la Cruz Vieja, Santiago, Albarizuela o el Mercado, es como una eclosión de arte que muestra en lo más profundo el sentir, el alma de nuestra gente, costumbre ancestral transmitida de padres a hijos y tesoro de gran valor. Amigos, vecinos y familiares se reúnen en los patios y corrales de las casas de vecinos. En ellas se forma un corro alrededor de las hogueras, donde se cantan y bailan villancicos de un modo espontáneo mientras se reparte vino, anís, ponche y dulces navideños. El instrumento fundamental es la zambomba y de ahí el nombre de la fiesta.
A diferencia de otras fiestas flamencas donde hay una separación entre los protagonistas y el público, en la zambomba todo el mundo participa cantando o tocando algún instrumento, convirtiéndose en un canto a coro aflamencado. Algunos investigadores consideran que este aflamencamiento del villancico podría dar lugar a la aparición de un nuevo palo dentro del flamenco, como ocurrió con la saeta. Además, los villancicos flamencos y zambombas han sido una tradición popular que ha vivido durante mucho tiempo a la sombra del flamenco puro hasta el punto de casi desaparecer. Restos de esta tradición son los coros de campanilleros de Sevilla y los verdiales de Málaga. Por fortuna, esta dinámica ha cambiado durante los últimos años y las zambombas jerezanas tienen cada vez mayor difusión tanto a nivel nacional como internacional.
Hemos estado escuchando los villancicos populares infantiles “Dime niño de quién eres” y “Ay del chiquirritín”, la rumba “Los peces en el río” cantada por Peret y la salsa “Jingle Bells” cantada por Celia Cruz. A continuación escucharemos los villancicos ingleses acompañados por la orquesta filarmónica de Londres “We wish you a merry Christmas” y “Joy to the World” y por último, los villancicos jerezanos con Camarón y Paco de Lucía “Gitanos de Santiago” y “A Belén pastores”.




Celia Bueno

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