lunes, 7 de noviembre de 2011

Los "Carmina Burana"




En la Europa de finales del s. XI y principios del s. XII se desarrolló una sociedad en la que afloraba la burguesía como nuevo estamento de poder. La expansión demográfica, el desarrollo del comercio y la construcción de ciudades rompen las antiguas estructuras feudales. Paralelamente, en ese ambiente de auge vital se desarrollaban las nuevas Universidades europeas. Todo ello proporcionó un ambiente excelente para el surgimiento de ciertos individuos, sobre todo clérigos que se sentían más libres fuera de las reglas de los conventos, pero también de estudiantes que vagabundeaban de universidad en universidad en busca de maestro. Se trataba de personas conocidas con el nombre de goliardos, que se sentían a gusto con una forma de vivir errante, a menudo libertina, y que tenían un orgulloso sentido de clan. Heredaron una época de decadencia en donde el clero era poseedor absoluto del conocimiento y se lanzaron a las calles a enseñar las ciencias y las artes, convirtiéndose en una parte esencial en la fundación de las universidades como las conocemos en la actualidad.
Los goliardos, de origen urbano, campesino o incluso noble, eran ante todo vagabundos, producto de una nueva sociedad que arroja a los caminos a marginados y gentes que criticaban las estructuras establecidas. La mayoría vivían en el anonimato y los conocemos por las leyendas que ellos hicieron correr sobre sí mismos, las que propagaron sus enemigos y aquellas otras elaboradas por eruditos e historiadores. En las condenaciones de los concilios y de ciertos autores eclesiásticos de los siglos XII y XIII, se les llamaba goliardos, errantes, bribones, juglares, bufones, bohemios, falsos estudiantes, etc., y se les miraba con temor y desprecio, pues eran perturbadores del orden y por tanto, gente peligrosa. Pero otros estudiosos del tema, ven en los goliardos una especie de “inteligencia urbana”, un medio revolucionario que reune todas las formas de oponerse al feudalismo.
El origen del término Goliardos es incierto. Puede derivar del francés antiguo gouliard, que significaba «clérigo que llevaba vida irregular». Igualmente podría proceder de gula («goloso»), o por la analogía fonética del latín Golias, del gigante bíblico Goliat, al que se identificaba desde antiguo con el diablo. Otra posibilidad es la derivación del “obispo Golias”, fundador de una orden de la cual los Goliardos serían sus miembros. Pero al margen de todo esto, solo nos quedan algunos detalles biográficos de algunos Goliardos, las colecciones de los poemas llamadas Cármina y los textos contemporáneos que los condenan. En España, los goliardos eran llamados sopistas y, de ellos, derivaría la actual tuna.
Más allá de su forma de vida, la gran aportación del movimiento goliardesco a la cultura europea fue el cultivo de una poesía culta, aunque profana. Muchos de ellos escribieron poesía satírica en latín, donde, expresando su descontento, criticaban a la Iglesia, a la sociedad establecida y al poder, así como composiciones líricas donde elogiaban el vino, la taberna, el juego, las mujeres y el amor. La poesía goliardesca se cultivó por toda Europa durante la Edad Media Las composiciones, casi siempre anónimas, son muy diversas: desde poemas sencillos hasta otros muy elaborados y retóricos.
Estos poemas se han conservado en colecciones llamadas Cármina, que reciben el nombre de los núcleos alrededor de los cuales se produjeron. Las más importantes son los Cármina Cantabrigensia (de Cambridge, s. X-XI), los Cármina Burana (de Beuern, s. XIII) y en España, los Cármina Rivipullensia (del monasterio de Ripoll, s. XII). La colección Cármina Burana, que en latín significa “Canciones de Beuern”, se encontró a principios del siglo XIX en la abadía de Benediktbeuern en Baviera. Recoge un total de 300 rimas, escritas en su mayoría en latín, algunas en dialecto del alto alemán y otras en francés antiguo. En estos poemas se hace gala del gozo por vivir y del interés por los placeres terrenales, por el amor carnal y por el goce de la naturaleza, a la vez que se hace una crítica satírica a los estamentos sociales y eclesiásticos. Algunos tienen notación musical.
La obra que estamos escuchando Cármina Burana es una cantata escénica del siglo XX compuesta por Carl Orff entre 1935 y 1936, y que utiliza como texto algunos de los poemas medievales de Cármina Burana. Concretamente, Orff eligió 25 al azar y los arregló en canciones para coro y solistas (soprano, tenor y barítono) acompañadas por orquesta en la que destaca su abundante y espléndida percusión. Estas canciones las ordenó de modo que pudieran ser representadas en un escenario. Consta de una introducción o preludio llamada Fortuna Imperatrix Mundi, tres partes (Primo vere, In taberna y Cours d´amours) y un final. El fragmento más conocido es O Fortuna, que constituye la primera parte del preludio y que se repite al final de la obra. En cuanto a la música, se amoldó a la sencillez de los textos. Aproximadamente la mitad de las piezas son canciones cuya melodía se repite en cada estrofa casi sin variantes, limitándose algunas veces a realizar simples escalas mayores o menores. Su riqueza rítmica es la característica más importante, impidiendo cualquier monotonía.
Orff nació en Múnich en 1895. Aunque estudió piano y tomó lecciones de órgano y cello, se mostró más interesado en la composición. Fue ajeno a la vanguardia musical de la época: serialismo integral, música aleatoria, estocástica, electrónica, etc.; lo suyo era la simplicidad. A mediados de la década de 1920 Orff comienza a formular un concepto que llamó "música elemental” el cual estaba basado en la unidad de las artes, involucrando a la música, la danza, la poesía, la imagen, el diseño y el gesto teatral. Luego, desde 1925 hasta el fin de su vida, Orff trabajó en la Escuela Guenther para gimnasia, música y danza en Munich. Aquí es donde desarrolló sus teorías en educación musical, teniendo un contacto constante con los niños. En 1933, Orff publicó un manual titulado Schulwerk, donde explica su método educativo basado en el ritmo, el canto y los instrumentos de percusión y que todavía se utiliza en las escuelas de todo el mundo. Esta obra y algunas composiciones revisadas es lo que Orff ha dejado que subsista de obras anteriores a su Cármina Burana, su composición más famosa. Carl Orff muere en 1982 a la edad de 86 años en Munich y fue enterrado en la capilla del monasterio de estilo barroco de Andechs al sur de Munich. Su lápida muestra escrito su nombre, la fecha de nacimiento y muerte y la inscripción latina Summus Finis (El fin más alto).

Celia Bueno

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